Ya era un hombre cuando aprendí a disfrutar de la conversación y del café en tazas pequeñas del Castro y Sargadelos, pintadas con pinceladas planas, evidentes y sinceras, colores rotundos aplicados con delicadeza. De la mano de aquellas piezas aprendí también a unir el disfrute de lo hermoso y de lo útil (…)
Diarios del pintor.